Este es un cuento de Pablo de Santis, que aparece en su último libro: Los Signos
En 1825 llegó a la ciudad, para ser exhibido en una feria, un autómata que escribía. Había sido construido un siglo antes por Klaus Von Knaus, el célebre constructor de autómatas de la corte austriaca. Siempre se había pensado que Von Knaus había inventado sólo cuatro autómatas en su vida: el quinto apareció muchos años después de su muerte, en un depósito de chatarra.
El autómata escribía con letra gótica 107 palabras. Comenzaba con “¿Ves de afuera los lobos? Aquí dentro estamos seguros”. Y terminaba: “Esto ha sido escrito por el autómata de Von Knaus”.
Durante la primera semana el salón donde se exhibía el autómata se llenó de gente; al mes el entusiasmo había decaído un poco, pero la cantidad de visitantes justificaba que el espectáculo continuara. Un cinco de abril, el muñeco se descompuso.
El empresario teatral que lo había traído no consiguió nadie que lo reparara, porque su mecanismo era extremadamente delicado. Tuvo entonces la idea de contratar un calígrafo para que reemplazara al muñeco.
Nadie notó la diferencia y el nuevo autómata logró hacer que el público volviera a la feria. Aunque tenía que escribir 107 palabras, el calígrafo extendió el texto, introdujo variaciones y complicaciones innecesarias. La gente, sin embargo, no prestaba atención: que el autómata escribiera mil palabras no era más extraño que una sola, y en cuanto al texto, ¿a quién le importaba? El calígrafo notó que todos lo miraban escribir pero nadie leía; fue entonces cuando empezó a escribir la verdad, a la que nadie le prestaba atención. Siempre terminaba sus textos con la firma “Esto ha sido escrito por el autómata de Von Knaus”, como un último gesto del sentido del deber.
En 1830 el empresario fue juzgado por fraude y condenado a pagar una fortuna y a pasar tres meses en prisión. Sobre el calígrafo cayó una pena menos. El empresario se defendió con el argumento de que el reemplazo había durado apenas unos días (en realidad habían sido años). El calígrafo, por su parte, redacto, una extensa confesión, contando la experiencia de haber sido tomado por una máquina. “Todo lo que viví estos años es un mensaje destinado a otros y que yo mismo no comprendo”, decía en un momento de la confesión. Cuando la declaración llegó a manos del juez, lo primero que leyó fue la última línea: “Esto ha sido escrito por el autómata de Von Knaus”.
1 comentario:
Otra que La Salud de los Enfermos. Sólo que este es menos desarrollado. (Sí, viste, ahora soy pretencioso y criticón.)
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